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El Sillero

Francisco González Romero

«El Sillero»

Contándote algo sobre mi

Quiero empezar, contándote algo de mi y del por qué me dedico a este oficio tan antiguo y en peligro de extinción, la fabricación de sillas de enea.

Me considero un artesano como «los de antes», desde hace mas de 36 años, me dedico a este precioso oficio, a fabricar sillas de enea con mis propias manos y con la misma técnica que usaba mi padre.

Fabrico sillas de enea, partiendo de la madera y usando unas pocas herramientas. Para mi trabajo me valgo siempre, de mis propias manos.

Soy de un pueblo de Málaga llamado Alhaurín el Grande, me llamo Francisco González Romero y en mi pueblo, desde siempre me conocen como «Paquito el Sillero».

¿Desde cuando llevo en esto?

Pues puedo decirte abiertamente que toda mi vida. Cuando yo tenía diez años, falleció mi padre, por esta circunstancia y otras en mi vida, cogí su relevo, actualmente tengo 46 años, con lo que puedes hacer la cuenta…

Al principio de mi andadura como sillero artesano, trabajaba con un hombre llamado José, quien trabajaba con mi padre, pero poco tiempo después, el cambio de trabajo y me quede solo.

¿Como hago mis sillas de enea?

Pues bueno, para empezar, mis sillas de enea no llevan ni clavos ni tornillos.

Todas las piezas, las tablillas, los delanteros, los traseros, los palillos, los agujeros para que encajen las piezas y como no, el asiento de enea va todo echo a mano, pieza por pieza, una a una.

Mis sillas 

Mis sillas de enea son únicas, todos los asientos van tejidos a mano, uno a uno y con enea nacional de primera calidad que yo mismo selecciono a través de mis proveedores.

De las únicas máquinas que me valgo es de un antiguo torno y una antigua sierra, con la que corto los pedazos en bruto de madera que me llegan al taller.

Todo lo demás, es cuestión de utilizar las manos, de hay que puedo tardar en fabricar una sola silla mas de medio día en comparación con las sillas de fábrica que van en serie, con lo cual, todo el proceso está mecanizado y la producción es diferente.

En las fábricas se suelen poner menos palillos, menos tablillas, se usan maderas de menor calidad y al tener la planta rectangular, se rompen más y es mas difícil repararlas…

Un conjunto de pequeños defectos de las cosas fabricadas en serie, que hacen que la vida de las sillas de enea en este caso, sea menor.

Muchas de las maderas que se usan para fabricar sillas de enea, proceden de arboles de «criadero» a los que a veces, incluso les inyectan hormonas para que los arboles, crezcan más rápido. Las maderas que yo uso, son de pino rojo, una madera muy buena, procedente de arboles que han crecido de forma totalmente natural.

¿Mi mercado?

Por norma general, trabajo para particulares, pero también he hecho sillas de enea para restaurantes, bares de copas y gente que me trae sus propios diseños basados en sillas de enea de bola antigua, a las que suelen ponerle menos tablillas y modifican según sus propios gustos.

También he tenido la suerte de que grandes empresas, como Caterpillar, me hiciese un encargo hace unos años de cerca de 300 sillas de enea.

Recuerdo que una vez, para el festival de cine de Cannes, hice 120 sillas y 40 sillones para un restaurante que iba dentro del festival.

Concretamente, en este último encargo que te cuento, estuvieron tres días proponiéndome diseños de los que ellos tenían pensado, que eran basados en un cuadro de Van Gogh que estaba en París, pero nos costó dar con el diseño definitivo.

Hasta que me dí cuenta de que lo que ellos querían eran unas sillas de las antiguas, lisas y bajitas, de las que no tienen ningún adorno ni nada, además, las querían con los traseros desgastados.

Cuando me dí cuenta, estaba sacándoles unas sillas de enea vieja que tenía guardada y era justo lo que querían. Así que así se las hice, tal y como me pidieron, con los asientos desgastados y con maderas que tuviesen muchos nudos.

La extinción.

Que yo sepa, actualmente no hay ningún sillero artesano como yo en la provincia de Málaga, antes había un hombre mayor en Coín que murió y con el su taller, había otro en Cártama que hoy por hoy, ya tampoco está.

Paso casi todo el día en el taller y trabajo mucho para toda la provincia en general, hablo con mucha gente y por lo que me dicen, creo que cada vez, el oficio de sillero, tal cual era antiguamente, está en extinción.

 
El trabajo artesano, cada vez es menos común, y sobre todo en algunos productos como es el caso del mío.

Me daría mucha pena que en un futuro, desaparezca del todo y que nadie se acuerde de como era este oficio y como se hacían las cosas «antes», por lo que con este Blog, quiero dejar constancia, de como es este trabajo, este oficio tan antiguo y del que estoy tan orgulloso, que tuve la suerte de aprender, por circunstancias de la vida.

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